noviembre 25, 2012

Pelusa

''Debemos cambiar, lo prometimos'' traté de recordar a qué se refería aquella persona con cambiar, a qué promesa hacía referencia ese comentario que no tenía nada que ver con esa entrada. Hace más de dos años, imposible recordarlo.

Simples palabras ahora, tan simples que ella no las entiende, no le hacen falta porque no comprende su significado; huecas, vacías. No necesita palabras, ella quiere jugar, lamerme la cara mientras escribo esto acostada en la azotea. Se echa a mi costado como diciendo: ¡Te extrañé, estás en casa, bienvenida!

Me encuentro mirando al cielo como queriendo estar allá, lejos de todo, lejos de la ciudad; sin los ladridos del perro vecino que le ponen nerviosa, sin el sonido de los autos pasando por la avenida... Únicamente ella y yo: silencio.

No necesitamos palabras para sabernos cerca: la abrazo, me lame la cara; le acaricio el lomo, pone su cabeza sobre mi pecho. No sé con certeza quien me acompañará mañana, pero la compañía ésta noche es perfecta.

Tres años y las personas cambiamos, cuatro y terminamos cogiendo casualmente. ¡Carajo! Necesito lápiz y papel, el celular se descarga.

Diez años y ella sigue a mi lado incondicionalmente.

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