Hace un par de meses que me convencí de mantener la dignidad que empezaba a perder. Me convencí de que una relación (cualesquiera que hayan sido los motivos por la cual se creó) deja de serlo (para mí), en el momento en que una de las partes da más de lo que recibe.
Me convencí también, en ese mismo instante, que no diría palabra (o realizaría acción) alguna que demostrara estar en desacuerdo con la decisión tomada. Que cualquier atisbo de tristeza sería eliminado y que el lugar de unos labios sellados se vería reemplazado por una sonrisa.
Ha funcionado. Aunque quizás sólo sea la distancia que mengua poco a poco éstas ganas torturadoras de abrazarle y cerrar los ojos. Quizás es la forma en como se dijeron algunas cosas, que hoy por hoy, parecen un puñado de mentiras que hacen brillar la mirada de alguien que pasa noches de insomnio creando historias de fantasía.
Me lamento decir que de esta boca no saldrán las palabras que indiquen lo contrario. La vida funciona bien de esta manera para mí.
Dicen que el que da más, ama más... Sufre más.
¡Mienten! ¡Gracias al cielo que mienten! :')
"Darle a alguien todo tu amor nunca es seguro de que te amarán de regreso, pero no esperes que te amen de regreso; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón".
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